Para quienes nacimos en el siglo 20, estar pasada de peso, era considerado una desventaja. Para mí, una bendición. Las críticas, dietas y hasta discriminación en mis años escolares, instauraron en mi desarrollo infantil y adolescente el fitness académico y emocional. Este fitness -en mi simple entender- constaba de dos componentes clave: determinación férrea de actuar con excelencia y ser la mejor (ejemplo transferido por mi padre) y la resiliencia (valor predominante en mi madre). Sin saber que años más tarde estos conceptos se pondrían de moda en el siglo 21.
En mis 48 años de vida, me he dedicado a nutrir mi formación académica y profesional en comunicación, marketing y branding, en las que destaco menciones de honor, beca Fulbright y dos maestrías. Legado que hoy en día puedo transferir a mis mellizos. Mi experiencia diversa en el campo profesional en variados puestos de trabajo, a nivel privado, gubernamental, con organismos multilaterales, mi propia empresa, como académica y ahora como parte del equipo de mujeres líderes de CCK me ha enseñado que ese fitness de mis años escolares, han sido cruciales para desafiar el estatus quó de cómo deben alcanzarse los objetivos que nos proponemos. Y léase bien, debemos de ponernos objetivos claros y alcanzables en la vida con principios que guíen nuestro camino, porque quien carece de objetivos y principios sólidos, corre el riesgo de caer en una espiral de depresión.
No obstante, debo recalcar que mi mayor reto a la fecha ha sido el conciliar ser madre y profesional a la vez. ¿Cuánto tiempo debo dedicarle al trabajo si mis propias exigencias profesionales me indican que se debe trabajar por resultados, soluciones, y no por horas? Y en ese contexto, ¿Cuánto tiempo supongo dedicarle a la crianza de mis hijos de 8 años para que ellos sean niños de bien con excelencia académica y autosuficientes, si yo trabajo todo el día?
Una de las cosas que recuerdo de mi infancia es a mi madre encontrar siempre el tiempo al mediodía y temprano por la tarde para ver el estatus de nuestras tareas y nuestro día, mientras que mi padre se dedicaba los fines de semana a enseñarnos las matemáticas y pensamiento crítico en medio de un régimen comunista en los años 80s. Ellos siempre encontraron el tiempo que necesitaban sus cuatro hijos.
Dicho lo anterior y en ocasión de este día conmemorativo de la mujer, 8 de marzo, algunas aún nos preguntamos lo siguiente: ¿Es posible la conciliación laboral femenina con los diversos roles que la época nos impone a las mujeres del siglo 21?
Quizás si, quizás no, todo depende de la capacidad de resiliencia que cada mujer establezca en su fitness mental, emocional y físico diariamente. Ayer, por ejemplo, una amiga (esposa de un alto funcionario de gobierno en otro país) establecía contacto conmigo vía LinkedIn, y me elogió así: “leí tu perfil y te felicito por la manera en cómo has conducido tu carrera profesional, hoy en día me pregunto qué hubiese sido de mi carrera si hubiese continuado trabajando hace 15 años, pero mis mellizas necesitaban de mi, las que ahora están en la Universidad”…a lo que le respondí: “esa misma pregunta me hago yo desde el momento en que fui madre, pero ahora tienes la oportunidad de emprender tu vida profesional nuevamente”. En conclusión, no creo que haya respuesta correcta a esta pregunta, todo radica en cuánto balance de paz interior establezcamos en nuestra mente, emociones y cuerpo, sin descuidar los valores y principios de excelencia que cada quien se propone.
Para ello, creo indispensable aclarar mi definición sobre resiliencia femenina, la cual considero es la fortaleza de carácter de levantarse todos los días con la energía necesaria para conectar y desconectar la mente del corazón, es decir, entre lo que tengo que hacer y las emociones personales. Esta capacidad solo se consigue si sabes que para funcionar necesitas estar enfocada en tu misión principal: proveer para tus seres queridos, desde el pan en la mesa hasta velar por sus necesidades emocionales y espirituales, dedicando tiempo de calidad.
En caso que no tengas hijos, entonces este fitness mental debe enfocarse en tus objetivos de vida y tomando control de la misma. El balance entre lo que te propones conseguir estableciendo un plan con fecha de caducidad. Es cierto, que no todas nacemos para ser madres, pero siempre serás la hija, amiga, sobrina, nieta de alguien que necesite de tu fortaleza, empatía y sacrificios necesarios para compartir tu vida con vos misma y con quienes amas.
Y cierro con esta cita de un muro que leí sobre la equidad: “el problema es que esperamos que la mujer trabaje como si no tuviese hijos y los críen como si no tuviese que trabajar”.
María Fabiola Espinosa
Hija, hermana, esposa, madre, amiga y profesional